Derecho & Cambio Social

 
 

 

Motivaciones para una investigación en derecho(*)

Reynaldo Mario Tantaleán Odar (**)

 


   

 

El que intenta se puede equivocar, pero el que no intenta ya está equivocado

 

1.      LA MODIFICACIÓN DE LA LEY UNIVERSITARIA Y SU INFLUENCIA EN LA ALTERACIÓN DE LA VIDA PROFESIONAL EN EL PERÚ

1.1.   EL ESCASO NIVEL ACADÉMICO UNIVERSITARIO

En la actualidad no son pocos los egresados de las muchísimas universidades peruanas que salen con un título bajo el brazo que los acredita como profesionales. Sin embargo, concientemente, pese a ostentar tal distinción, conocemos que sólo se egresa como una suerte de técnico aplicador de una profesión. Así como un albañil trabaja con un badilejo; un técnico en computación con sus redes y sus implementos cibernéticos; un carpintero con su serrucho y su martillo, o un electricista con su equipo de soldadura y algunas otras herramientas; de igual modo el abogado laboraría técnicamente con su instrumento predilecto: la ley. Y qué bueno sería si se tratase de técnicos productivos. En realidad, a lo sumo se puede hablar de una especie calificada de técnicos, con un –supuesto- mayor nivel que los egresados de algunos institutos.

Uno de los motivos inserto en nuestra arcaica legislación universitaria, capaz de acrecentar la ola de mediocridad en nuestro campo universitario, hace referencia al otorgamiento del bachillerato automático. Y esto es un inconveniente debido a las serias falencias que se tienen en diversas universidades con respecto a la calidad de enseñanza en las aulas universitarias.

Pero regresando al asunto del bachillerato automático, si recordamos, el artículo 22° de la Ley Universitaria, en su texto original estipulaba taxativamente que la simple terminación de estudios no autorizaba para acceder automáticamente a grado académico ni a título profesional. Esto nos indica que, antiguamente, para poder acceder a un grado académico de bachiller o a un título profesional se requería, necesariamente, hacer un trabajo de investigación.

Pero este artículo fue modificado por el Decreto Legislativo N° 739 hacia el 12 de noviembre del año de 1991.Allí se indicó que una vez cumplidos los estudios satisfactoriamente se accedería automáticamente al Bachillerato.

Lo mismo aconteció con las modalidades para obtener un Título Profesional. De haber existido solamente tres mecanismos para titularse (el examen de grado, el informe de la prestación de servicios profesionales y, por excelencia, la tesis) se modificó de manera que cada universidad podría implementar cualquier otra modalidad que estimase conveniente.

Se consideraba, entonces, a las aulas universitarias como caldo de cultivo de ideologías terroristas. Los gobernantes de entonces, para impedir la proliferación del terrorismo en estas casas de estudios y a fin de facilitar que los alumnos egresaren de la manera más rápida de las mismas, no tuvieron mejor idea que estatuir que las propias universidades podían estipular cualquier otro mecanismo para acceder a un título profesional.

Por el año de las modificaciones introducidas a la ley sabemos qué personajes dirigían el gobierno de turno. Por ende, allí podemos encontrar a algunos de los grandes responsables de nuestro escaso nivel académico universitario.

 

1.2.   EL ABUNDAMIENTO DE PROFESIONALES

Ahora bien, sumado al reducido nivel académico no se puede dejar de mencionar al excesivo número de profesionales que egresan año tras año. Este abundamiento de profesionales se torna inmanejable cuando hablamos de un elevado porcentaje de profesionales que apenas sí saben para qué han estudiado.

El excesivo número de profesionales podría encontrar explicación en diversos aspectos, tales como el abuso de apertura de escuelas académico-profesionales y la proliferación tanto de sucursales universitarias como de universidades particulares.

No obstante, como ya indicamos, con la modificatoria introducida a la Ley Universitaria, se propició que las universidades crearan otros mecanismos a fin de facilitar que sus bachilleres salgan a toda prisa de las universidades. Una de las secuelas más nefastas fruto de esta variación, responsable del escaso nivel académico y también del excesivo número de profesionales, se refiere a los denominados Cursos de Actualización para obtener los Títulos Profesionales, conocidos, incluso peyorativamente, como Cursos de Titulación.

 

2.      LOS CURSOS DE ACTUALIZACIÓN PARA LA OBTENCIÓN DE TÍTULOS PROFESIONALES

2.1.   BREVES ANOTACIONES PERSONALES

Cuando, alguna vez –en el colmo de nuestra mediocridad- intentamos llevar un curso de titulación, ya que contábamos con la oportunidad -más que académica, diremos económica- realizamos algunas averiguaciones para ver si nos aventurábamos en aquel viaje.

Las dificultades no se hicieron esperar. Era claro que por provenir de una Facultad de Derecho nueva y casi desconocida, las puertas se nos cerraron en más de una vez.

Pero el rechazo no sólo se debió al hecho de provenir de esta ignorada Facultad, sino porque la mayoría de universidades (hablando de aquéllas que pueden ser denominadas como tales) impiden que sus cursos de titulación sean llevados por egresados de otras casas de estudios.

Como contraparte, existen muchas otras que permiten que diestra y siniestra ingresen a sus aulas sin interesar el nivel académico ni la procedencia que tengan. ¿Acaso es su intención la defensa del derecho a la igualdad, al permitir que cualquiera pueda llevar un curso de titulación? ¿No será solamente acaso que estos cursos les significan un ingreso monetario adicional?

Claro, si hablamos de entidades particulares donde la cuestión dineraria es más pesa más que el poco prestigio que se pueda tener, esto es entendible. Y al hablar de algunas universidades estatales, también sería entendible si tenemos en cuenta la alicaída economía de las mismas y el recorte presupuestal al que se ven sometidas cada año.

Pero si el asunto de la proliferación de los cursos de titulación es, de por sí, cuestionable y hasta indignante, la cuestión se complica con algunas posiciones tomadas por ciertas universidades.

Conocemos de la propuesta de alguna universidad que llegó a postular la idea de que, con una cantidad adicional al costo total del curso de titulación, se otorgase ya no sólo el título a nombre de esa universidad sino también el grado académico de bachiller como si el foráneo estudiante hubiese cursado en dicha universidad.

Esto, a todas luces, raya en lo ridículo. No es posible que un estudiante se esfuerce por ingresar a una universidad (hablamos de aquellas en donde la competencia por ingresar es considerable) para que, después de haber padecido algún buen tiempo (nada más y nada menos que seis años), aparezca alguien que apenas si terminó la carrera y obtenga el mismo título. Peor aún si este extraño obtiene, además, el mismo grado como si hubiese estudiado junto a aquél.

Pero lo penoso del asunto no culmina allí.

Es deplorable el trato que recibe un estudiante en su afán de iniciarse en el campo de la investigación. Nos ha tocado vivir lo dicho. Las trabas para realizar una tesis no se remontan sólo a cuestiones de tiempo o dinero, sino que, al intentar hacer una tesis, el estudiante se ve atormentado con entorpecimientos varios, como esquinándolo a que decline de su opción y se dirija a la más fácil alternativa de titulación que ha existido en toda la historia de la universidad peruana.

Poquísimas son las universidades rescatables, muchas menos en derecho, las que mantienen dentro de sus normas, como única manera de titularse, la elaboración de una tesis.

 

2.2.   ORIGEN DE LOS CURSOS DE TITULACIÓN

Aunque ya adelantamos algunos datos, el origen de los cursos de titulación, aparentemente, se remontaría a que en alguna oportunidad el número de bachilleres de alguna universidad era muy alto, por lo que se tornaba necesario brindarles las facilidades para obtener su Título Profesional; sin que tuvieran que realizar una tesis o sustentar expedientes, puesto que, como la mayoría desempeñaban diversos trabajos, no se podían abastecer para cumplir satisfactoriamente con las modalidades antedichas. Es por ello que el nombre de aquel curso -para nuestro caso- es el de Curso de Actualización para obtener el Título de Abogado.

Así, ¿cómo pretendemos actualizar a quienes acaban de egresar? ¿Es que nuestras aulas y nuestros profesores son tan malos que necesitamos actualizar a nuestros alumnos habiendo terminado recién la carrera?

Como muchas de las cosas en nuestro Perú, aquello que debió ser extraordinario, se tornó en ordinario y ahora cualquiera se titula llevando unos cuantos cursos en muy pocos meses. Parece contraproducente, pero en dos o tres meses se pretende actualizar a un nuevo egresado, intentando lograr aquello que no se ha podido hacer a lo largo de cinco o seis años de estudios.

 

3.      ¿PARA QUÉ ESTÁN LAS ASIGNATURAS DE INVESTIGACIÓN JURÍDICA?

Es paradójica la situación de aquellas universidades que fomentan abiertamente sus cursos de titulación y, a la vez, diseñan el dictado de diversas asignaturas referidas a la investigación jurídica.

Estando al cargo de algunos de los referidos cursos confirmamos esta situación. Dentro de las asignaturas de un plan curricular en derecho se suelen considerar diversos cursos de investigación, tales como Metodología de Investigación y Seminarios, esto orientado para aquellos alumnos que decidiesen hacer una tesis. También están los estudios de expedientes dirigidos a los estudiantes que pretendiesen titularse mediante la modalidad de sustentación de expedientes.

Nuevamente nos encontraríamos frente a una pantalla, donde se pretenda aparentar que cada estudiante elegirá su opción, puesto que, como ya indicamos, la política de la universidad es pregonar los cursos de titulación que ellas ofrecen, facilitándolas y dificultando las investigaciones.

Cómo encontrar una explicación a esto si desde siempre nos enseñaron que en la universidad se debe investigar. Si hablásemos de igualdad de alternativas, sería necesario que las universidades fomentasen la investigación en mayor escala. ¿Cómo? Hay diversidad de formas: organizando concursos, becando, exonerando de pagos a estudiantes, regalando libros, publicando trabajos, etc. Sólo así una universidad podrá alcanzar prestigio. Sólo así se podrá hablar de futuros profesionales -en el sentido correcto de la palabra- y, alguna vez, de futuras escuelas.

 

4.      LA ELIMINACIÓN DEL BACHILLERATO AUTOMÁTICO EN DERECHO: LA PREMURA DE PARCHAR LA BARCA CUANDO LA ESTAMOS TERMINANDO DE HUNDIR

Ahora, cuando estamos superpoblados de abogados. Recién, cuando a una universidad norteña se le ocurrió hacer una proyección de la elevada tasa de natalidad de letrados, donde se llegó a estimar que en muy pocos años seremos tantos abogados como ahora lo son los profesores. Recién con la proliferación de sucursales de universidades y la creación de más de una universidad particular que han llegado a colocar a nuestro nivel universitario, no sólo en el subsuelo, sino también en un exceso alarmante de abogados, que nos hace repensar si la carrera que hemos escogido es o no la adecuada. Recién ahora se propugna la eliminación del bachillerato automático para derecho.

Creemos que la solución no está en esa propuesta.

Exijan investigaciones con alto rigor científico como único mecanismo para poder acceder al título -y si se quiere al bachillerato también- y verán como el número de abogados disminuye y el nivel académico va en aumento. Pero... desaparezcan los cursos de titulación, o en el peor de los casos, eleven su nivel académico, y además exijan trabajos de investigación de alto rigor científico en el desarrollo de los mismos. También eviten la proliferación de universidades, sucursales y escuelas.

Si seguimos igual, llegaremos al extremo de que por haber demasiados abogados, la carga real de controversias será muy inferior a la aparente. Llegaremos a imaginarnos procesos judiciales o a inventarlos, tal y como lo hacíamos cuando en las prácticas de consultorios se nos exigían cinco casos como mínimo.

Así, no está lejos aquella situación que se nos contaba alguna vez: Un amigo va a visitarte, y a ti se te ocurre invitarle una tasa de café. En media conversación dicho café se le derrama y le ocasiona algunas lesiones. Conclusión: te demandan una indemnización. ¡Es el colmo! Iniciar un pleito judicial porque fuiste cortés con alguien. Una indemnización por responsabilidad extracontractual, porque jamás se pusieron de acuerdo para que le invitases una taza de café. Suena tonto, pero también temeroso y muy cercano.

 

5.      MAL QUE BIEN, HAGA UNA INVESTIGACIÓN, HAGA UNA TESIS

5.1.   CUESTIONES PARA (DES) MOTIVAR UNA INVESTIGACIÓN

Recordamos algunos años atrás, cuando por primera vez el entonces profesor de nuestra Facultad Pedro Donaires nos invitó a escribir un artículo para la publicación de una revista. Existía un sentimiento encontrado. Aún no nos agradaba mucho la carrera de derecho, pero siempre nos gustó escribir. Jamás llegamos a pensar en la real magnitud de dicho artículo.

Fue pequeño, de apenas poco más de dos carillas. Obviamente, la redacción no fue buena. Se adolecía de muchas inexactitudes (como muchos de nuestros trabajos actuales, incluyendo el presente). El tema era algo controvertido, quizás hasta demasiado conservador. Tanto así que en alguna oportunidad, un primo llegó a comentarnos que había encontrado nuestro nombre en Internet. Había leído el artículo. Pero bastó ver su expresión para entender que la elaboración del mismo estaba sujeta a muchas mejoras.

Ese hecho hubiese bastado para jamás volver a escribir y dedicarnos a otra cosa (como muchos nos lo siguen reclamando). Sin embargo, asumimos el reto y en adelante intentamos elaborar mejor nuestras propuestas. Fue nuestro punto de partida.

Algo similar nos sucedió al pretender iniciar nuestra tesis. Las actitudes de desánimo por parte de los docentes no se hicieron en esperar. “Acaso quieren descubrir la pólvora” nos decía un profesor, que después padeció mucho al estudiar una maestría, la cual desconocemos si fue culminada.

Las serias deficiencias en nuestra formación profesional nos cuestionaron severamente. Las debilidades saltantes de nuestro escasísimo material bibliográfico eran capaces de desanimar hasta al más avezado investigador estudiantil. La evidente desidia y falta de identificación de la mayoría de nuestros docentes y compañeros con la Facultad y con una enseñanza encaminada a la investigación, fueron algunos de los tantos grandes obstáculos que había que superar.

Sin embargo emprendimos el viaje.

Recordamos entonces, algunas palabras de un fallecido profesor, Felipe Cogorno, quien, pese a ser tentado por una de las más prestigiosas universidades del Perú, se quedó en nuestras aulas. “No tienen por qué sentirse menos que los egresados de otras universidades.”

La cuestión es fácil de entender.

Un profesional de salud egresado de alguna universidad capitalina podrá ser muy bueno en cuestiones de laboratorios y de hospitalizaciones a comparación de un egresado de una universidad de la serranía. Pero aquél no es mejor que éste en trabajos de salud rural.

Similares cuestiones acontecen en el mundo jurídico. Por ejemplo, para poder hablar de cuestiones de derecho en pueblos jóvenes, es claro que un estudiante de la capital nos llevará ventaja. Pero nos sentiremos más capaces, si hablamos de cuestiones costumbristas como la utilización de una lengua autóctona distinta del español, o el matrimonio a prueba muy conocido “teóricamente” en la costa peruana, algunos líos de pleitos terrenales o las tratativas de las rondas campesinas tan allegadas a nosotros. Así, en nuestro caso, esta cercanía con la verdadera cuna de las rondas campesinas del Perú, nos autoriza a cuestionar más de uno de los trabajos elaborados por alguien que no ha tenido tanto contacto con ellas.

Han pasado algunos años desde nuestro primer artículo, el mismo que ahora luce imperfecto, pero gracias a él ahora conocemos un poco más y no nos es tan difícil escribir como entonces.

El punto de partida es lo determinante. Zarpar con la barca es difícil, sobretodo por las tormentas de alta mar que nos esperan y el destino incierto al que apuntamos. Pero... ahora preocupémonos por decidirnos a zarpar. Las dificultades que hubiere en el viaje las solucionaremos en su momento. Aquí no es necesaria una pre-ocupación, que significaría ocuparse de un asunto anteladamente, de un asunto que a lo mejor jamás acontecerá.

A fin de cuentas, todo depende de que nos iniciemos desde muy temprano en el campo de investigación, lo demás será más sencillo. Al inicio fallaremos. Luego también. Pero estaremos avanzando.

 

5.2.   CUESTIONES COMPARATIVAS PARA OPTAR POR UNA TESIS

5.2.1.      ASPECTOS ACADÉMICOS

Unos cuantos aspectos que nos decidirán a titularnos mediante una tesis se encuentran dispersos en diversos ámbitos. Uno de ellos es el referido a lo académico.

El realizar una tesis nos otorga un mayor nivel académico que aquellos que han optado por cualquiera de las otras modalidades. Esto se puede explicar por cuanto, la elaboración de la tesis nos gratifica con un conocimiento especializado sobre el tema de investigación y algunos temas conexos. O como lo han dicho algunos tratadistas, al culminar la tesis nos convertimos en una suerte de expertos y duchos en el tema, tanto que existe la posibilidad de iniciarse en la enseñanza superior, sobretodo en la materia tratada en nuestra tesis. Nuestra propia persona puede testificar que esto, a todas luces, es cierto.

Académicamente hablando, quizá una dificultad pero a la vez actual reto y futuro mérito, radica en que el rigor científico requerido para este tipo de trabajos es mayor que en las otras modalidades. Por ello mismo requiere mayor dedicación y esfuerzo, además de creatividad, decisión y voluntad para autoevaluarse y autocontrolarse.

 

5.2.2.      ASPECTOS ECONÓMICOS Y DE COSTOS

Otro de los puntos y, quizá, el determinante para no iniciar una tesis hace referencia al costo de la misma.

Si hablamos de términos monetarios, la modalidad menos onerosa será la de sustentación de expedientes. Pero si parangonamos un curso de titulación con una tesis, los costos son similares.

Supongamos que un curso de titulación bordea los mil dólares americanos. Teniendo en cuenta que una tesis requiere de bibliografía, el mayor costo se dará en ese aspecto, esto si no estamos acostumbrados a laborar en bibliotecas y preferimos contar con nuestro propio material en la tranquilidad de nuestra casa.

Exceptuando algunas investigaciones en donde la labor experimental requiere de trabajos de campo onerosos, hablar de mil dólares invertidos en una biblioteca personal suena interesante, con mayor razón si hablamos -acorde a nuestra realidad- de libros de ediciones piratas o fotocopiadas. Así, el número de libros que pasarán a ser nuestros no es de tres o cuatro, sino que hablamos de una cantidad cuantiosa.

Algo similar sucede con el empastado mismo de la tesis. Un ejemplar quedará con nosotros y nos servirá de fuente de consulta permanente. Aunque a la larga, también nos será útil como un objeto de valor afectivo incalculable, capaz de inyectarnos fortaleza y lucidez en momentos incomprensibles, tan importante como ese cartón colgado en nuestra pared al que llamamos título.

En cambio en los cursos de titulación, el dinero que se paga no se lo vuelve a ver. Además, se está estilando agregar a estos cursos la presentación de una monografía como parte de la culminación satisfactoria del curso (¿?). Esta monografía significará un costo adicional. En muchos casos la elaboración de este trabajo, con un mayor esfuerzo, se hubiese podido traducir en una tesis pequeña pero bien estructurada.

Hablando todavía de costos, el tiempo a emplearse en la elaboración de una tesis tampoco es muy extenso dependiendo del tema elegido y del campo de investigación. Para ello existe un cronograma preestablecido en el proyecto de investigación, el mismo que no está como mero formalismo. La mayor ventaja es que uno puede iniciar su tesis estando dentro de las aulas universitarias, siendo extremistas, incluso desde los primeros años. No es necesario esperar a culminar la carrera para iniciar las faenas encaminadas a una tesis.

 

5.2.3.      ASPECTOS SOCIALES Y LABORALES

En otra dirección, aunque no suene muy acorde con la realidad de muchos casos, existe una posibilidad de encontrar trabajo sobretodo en el área en la cual se ha desarrollado la investigación.

A manera de ejemplo diremos que, hace algunos años, cuando hicimos un trabajo sencillo sobre derecho informático se nos contactó –siendo estudiantes- con la posibilidad de brindar asesoría general en cuestiones referidas a esta línea jurídica. De igual modo, alguna vez realizamos un trabajo sobre las labores de las empresas mineras y su repercusión en los derechos económicos sociales y culturales. Esto nos valió para que nos contactasen a fin de apoyar ciertas investigaciones.

Pero existen situaciones más curiosas. Nuestra persona se vio sorprendida y gratamente distinguida cuando nos contactaron desde Centroamérica a fin de invitar a dos procesalistas de reconocida trayectoria en América para que desarrollen unas conferencias por allá, en la creencia de que teníamos cierta cercanía con ellos. Esto se debió a que hicimos un trabajo de derecho comparado y se pensó que radicábamos en el sur de esta parte del continente.

Pero nuestro mayor honor se dio cuando uno de los asociados de un estudio jurídico muy reconocido nos contactó para absolver una consulta o, mejor dicho, para opinar acerca de un tema que habíamos tratado hace bastantes años atrás cuando todavía éramos estudiantes.

Similares situaciones se han presentado con algunos colegas. Uno de ellos fue contactado por una doctorando de Cuba a fin de que le proporcionase material sobre la tesis que estaba elaborando, cuyo tema central coincidía con el que había sido tratado en la tesis de titulación de éste. Igualmente, otro de ellos, gracias a un artículo pequeño sobre pobreza y derechos humanos (si más no me equivoco) fue contactado por una agrupación europea para tratar sobre dicho tema.

Aunque los ejemplos abundan, creemos que con estas cortas anotaciones queda claro que el tratamiento y elaboración de una investigación otorga un mayor nivel no sólo académico sino también social, brindándonos satisfacción por el mérito logrado.

Finalmente, y en ese mismo derrotero, una tesis puede ser proyectada de tal modo que, a la larga, se puede convertir en un libro. De ese modo, una tesis será permanentemente fuente de consulta para futuras investigaciones u obtención de información, no sólo para los allegados a la misma casa de estudios por el ejemplar que figura en la biblioteca, sino también por cualquier sujeto en caso de consolidarse como libro.

 

5.2.4.      ASPECTOS PRÁCTICOS EDUCACIONALES

Para ir culminando esta parte, la gran ventaja de hacer una tesis se encuentra en el día decisivo, o sea el día mismo de la sustentación.

El hecho de haber elaborado la tesis nos la seguridad de conocer el tema de mejor manera incluso que los jurados (excepto raras excepciones). En el argot popular sería tener la sartén por el mango, pues, difícilmente el jurado podrá salirse del tema en exposición y como el mismo debe caracterizarse por la novedad, las preguntas se limitarán a su entorno.

Un estudiante que ha elaborado su tesis de manera profunda, jamás va a sustentar para ver si el jurado lo aprueba o no; va a sustentar para ver con cuanto puntaje salió aprobado.

No sucede lo mismo con una sustentación de expedientes, donde el jurado podrá evaluar saliéndose del tema directo del cual tratase el expediente, pudiendo poner en serias dificultades al graduando.

Respecto de los cursos de titulación, en este acápite, es mejor ignorarlos.

Como no creemos que nuestro nivel universitario se envilezca demasiado, sería descabellado avizorar cursos de titulación u otras modalidades en los ámbitos de post grado. La única manera de obtener un grado de Maestro o de Doctor es mediante la elaboración y sustentación de una tesis.

Al conversar con algunos amigos que se encuentran siguiendo estudios de maestría, nos encontramos con la ingrata sorpresa de que, pese a su vasta experiencia sobretodo laboral, diversas cuestiones sencillas referidas a metodología se tornan en embarazosas para ellos. Claro está que quien se tituló mediante una tesis tendrá cierta experiencia al respecto, lo cual le facilitará las cosas.

 

6.      COLOFÓN

Con la conciencia en la mano, consideramos que uno de los serios inconvenientes a salvar en el faccionamiento de una tesis se halla en los aspectos metodológicos para su elaboración. Dichas deficiencias no sólo se encuentran en el campo práctico, sino que se diseminan en las líneas epistemológicas, filosóficas, gnoseológicas y hasta doctrinales. Es por ello que muchas de esas inexactitudes aquejan también a quienes dictamos las cátedras de investigación.

Consecuentemente, es justificable que en este punto nos encontremos ante un temor fundado al emprender la tarea de hacer una investigación, particularmente, una tesis. Nuestras tesis sufren de muchas imperfecciones, pero a la postre, son tesis y la satisfacción personal por haberlas terminado es indescriptible.

Por todo ello, y a poco tiempo de habernos titulado como abogado, no tenemos más que agradecer a nuestros profesores y a nuestra Facultad, a quienes nos apoyaron y a los que se hicieron para atrás.

Pero también un eterno agradecimiento a esas grandes universidades que alguna vez nos rechazaron para llevar un curso de titulación, porque gracias a ellas nos decidimos por hacer una pequeña, cuestionable, compleja, ininteligible y, si se quiere, antimetodológica, pero, al fin de cuentas, tesis en derecho.

No queremos finalizar sin mencionar aquella frase de un profesor a una de nuestras amigas, determinante para tomar la decisión de culminar una tesis en derecho: “Si ingresaste por la puerta principal, es incomprensible que tú mismo quieras humillarte al salir por la puerta del garaje o por la de la cochera. Haz lo posible por salir triunfante por el mismo portón grande por el que ingresaste.”

 


 

NOTAS:

(*) El presente trabajo es parte de un posible futuro manual de orientación metodológica, es por ello que en el mismo no figuran las referencias bibliográficas. Así también es muy posible que más de una línea sean similares a diversos temas tratados en libros o manuales de investigación jurídica al alcance de cualquiera, por lo que desde ya imploramos las disculpas del caso tanto a los autores de los libros que nos han servido como referencia, así como a los lectores del presente artículo


 

(**)  Abogado. Docente de las asignaturas de Metodología de Investigación Jurídica y de Seminario de Investigación en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Cajamarca.

E mail: yerioma@hotmail.com


 

Índice

HOME